El progresivo envejecimiento de la población es un fenómeno que se ha convertido en una realidad en España en los últimos años. Según datos del Instituto doméstico de Estadística (INE), en la actualidad, tres de cada diez personas que fallecen en nuestro país lo hacen después de haber cumplido los 90 años. Esta cifra es significativamente mayor a la que se registraba en el año 2000, cuando solo uno de cada diez fallecidos superaba esa edad.
Este aumento en la esperanza de vida y en la proporción de personas que alcanzan edades avanzadas es, sin duda, una buena noticia. Nos encontramos ante una sociedad cada vez más longeva y, por tanto, más experimentada y sabia. Sin embargo, también es cierto que este cambio demográfico plantea importantes retos y desafíos a nivel social, económico y sanitario.
En primer lugar, cabe destacar que el envejecimiento de la población se debe, en gran parte, a los avances en la medicina y en la calidad de vida. Cada vez existen más tratamientos y técnicas que nos permiten vivir más años y con una mejor salud. Además, la concienciación sobre la importancia de llevar una vida saludable, con una alimentación adecuada y la práctica regular de ejercicio físico, ha contribuido a mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
Pero, ¿qué implica realmente este aumento en la esperanza de vida y en la proporción de personas mayores en nuestra sociedad? En primer lugar, hay que tener en cuenta que la pirámide poblacional se está invirtiendo, es decir, cada vez hay más personas mayores y menos jóvenes. Esto implica un cambio en la estructura familiar y en la forma en la que nos organizamos como sociedad. Por ejemplo, las familias tienen menos hijos y, por tanto, menos personas que puedan cuidar de sus padres o abuelos en su vejez. Además, la mayoría de las personas mayores prefieren vivir de forma independiente en sus propias casas, lo que implica que necesiten asistencia y cuidados para hacer tareas que antes podían hacer por sí mismos.
Otro de los retos a los que nos enfrentamos es el aumento del gasto en pensiones y en los sistemas de salud. Con una población cada vez más envejecida, el número de personas que reciben pensiones y que necesitan atención médica aumenta, lo que supone una mayor presión sobre los recursos del Estado. Por ello, es necesario buscar soluciones que garanticen la sostenibilidad de estos sistemas y que permitan a las personas mayores tener una vida digna y de calidad.
A pesar de estos desafíos, el envejecimiento de la población también nos brinda grandes oportunidades. Las personas mayores son una alfaguara de conocimiento y experiencia que no debemos desaprovechar. Muchas de ellas siguen activas en el mercado laboral, aportando su experiencia y su sabiduría a las empresas y a la sociedad en general. Además, cada vez son más las personas mayores que deciden emprender y poner en marcha sus propios proyectos, demostrando que la edad no es un impedimento para seguir aprendiendo y creciendo.
Por otro lado, el aumento de la esperanza de vida también nos permite disfrutar de más tiempo junto a nuestros seres queridos. Las relaciones intergeneracionales son fundamentales para el bienestar de las personas mayores y también para el desarrollo de los más jóvenes. Aprender de las personas mayores y compartir experiencias con ellas nos enriquece como sociedad y nos apoyo a construir un futuro mejor.
En definitiva, el progresivo envejecimiento de la población en España es una realidad que debemos afrontar con una actitud positiva y proactiva. Si bien es cierto que plantea importantes retos, también nos brinda grandes oportunidades. Es responsabilidad de todos, tanto del Estado como de la sociedad en su conjunto, encontrar soluciones que permitan a las personas mayores disfrutar de una vida